Era viernes en la noche, en mi ciudad eso significa cervezas, bailes, chicas. Verano de 1991, luego de mucho insistir, Jackeline, una compañera de trabajo, aceptó salir conmigo, bueno, no tanto salir, mas bien juntarnos en un bar y ver que pasaba luego. Me dio tres opciones a donde iba a estar. Mentalmente fijé una ruta de las tres opciones que me dio. El primer bar que iba a visitar quedaba en el centro de la ciudad, simplemente debía pasar por allí y de ver el carro de Jackeline, de color bastante llamativo. Tomé una calle paralela al bar, la misma un tanto oscura, solamente una bombilla de neón la iluminaba, vi caminando una mujer de facciones bien finas, vestía una bata de dormir azul turquesa, iba descalza. Lo primero que pensé, es que vivía en la casa de la esquina y a lo mejor su perro se salió a sus andanzas caninas. Al pasar por su lado nos miramos, algo en ella no estaba bien, no puedo decir exactamente qué. Tras varias vueltas y no encontrar el colorido vehículo de Jackeline tomé rumbo al siguiente bar, estaba dentro de un hotel en una zona residencial, llegar allí me tomó unos cinco minutos. Llegando al lugar, por una calle llena de casas muy parecidas todas entre si, vi una mujer que caminaba por la acera, me fijé que iba descalza, vestía una bata de dormir azul turquesa, al ver su rostro, noté que sus facciones parecían las de una muñeca de cajita de música. Seguí hasta el hotel y me entretuve buscando el carro de Jackeline, no estaba, me quedaba la última opción, una discoteca muy de moda que estaba en las afueras de la ciudad. Al tomar la avenida que me iba a conducir a la disco, recordé que la mujer que había visto antes, era la misma que estaba en el centro de la ciudad, no, me dije, pasa que la viste ahora y tu subconciente te está jugando una broma de mal gusto y realmente la viste ahora y te imaginaste haberla visto antes, eso fue lo que pasó. Llegué a la disco y no estaba Jackeline, por lo que me decidí a realizar el mismo trayecto otra vez, a lo mejor se había movido al primer bar. En una de las calles paralelas a la disco vi la misma mujer, esta vez estaba totalmente seguro de haberla visto por lo menos una vez antes de, lo que no me explicaba era cómo pudo haber llegado tan rápido, sus pies, a pesar de caminar descalza, no estaban sucios, todo en ella parecía divino. Me detuve, salí de mi carro y me quedé mirandola, ella se detuvo en su andar, me miraba, no dijo nada, al cabo de unos segundos que bien pude confudir con minutos dijo: Amigo, siga su camino!. Le hice caso. Hoy, todavía me pregunto quién era esa mujer, me pregunto si la vi tres veces, dos, o solamente una vez, me pregunto si alguna vez la vi, si no fue producto de mi imaginación. Le conté a una amigo lo sucedido, todo fue producto del deliriums tremens me dijo, de algo estoy bien seguro, esa noche no probé alcohol.